Hernán Romero fue una pieza fundamental en el engranaje de Colo Colo 91, el mismísimo Colo Colo Campeón de la Copa Libertadores. Era el utilero, el hombre detrás de escena que se encargaba de que todo estuviera perfecto para que los jugadores pudieran concentrarse en lo suyo: jugar al fútbol.
Hernán Romero, utilero de Colo Colo 91
En una entrevista publicada el lunes 3 de junio de 1991, al medio escrito Fortín Mapocho, este hombre contó cómo era su trabajo. Él tenía la responsabilidad de tener todos los implementos de los jugadores listos para cuando salieran a la cancha y también a su regreso.
Mientras los albos brillaban en el pasto, él seguía haciendo su trabajo en el camarín. En el año 91, contaba que trabajaban en promedio con 240 camisetas. Y la misma cantidad de medias, pantalones y buzos. También tenía que encargarse de las chalas, toallas, zapatillas y zapatos de fútbol.
Un ingeniero en su labor
Él nunca se equivocaba ni se confundía con los implementos. “Es lo mismo que cuando uno toma sus documentos, los conoce muy bien. Eso mismo sucede con la implementación deportiva” decía.
Para no equivocarse usa el sistema del canastillo individual, un invento propio, que fue copiado por todos sus colegas de la época, según le contaron.
Trabajaba 15 horas diarias
Él dejaba todo preparado un día antes de cada entrenamiento o partido. Si tenían práctica a las 10, él llegaba a las 8 y media, porque tenía todo listo de antes. Trabajaba sin horario porque era un fanático de su trabajo. Un albo fanático.
Se quedaba a limpiar y ordenar el vestuario, enviar la ropa sucia y retirar el vestuario limpio de lavandería. En promedio, trabajaba 15 horas diarias. Y como era bastante pega para una sola persona, tenía un ayudante, Hernán Maldonado.
Colo Colo 91 era más que un club, eran una familia
“Cada partido para mí es un sufrimiento. Mientras los muchachos juegan, yo sigo trabajando para cuando vengan a descansar no tengan ningún problema” contaba Romero.
Se llevaba muy bien con los jugadores. Decía que eran una familia. Y él los cuidaba como si fueran sus hijos.
