La U se fue a la B y la hinchada quedó atónita
Uno de los momentos más oscuros en la historia de la Universidad de Chile ocurrió en enero de 1989, cuando el equipo descendió a la segunda división del fútbol chileno. El histórico club, que durante décadas había sido protagonista del balompié nacional, enfrentó una de las mayores crisis deportivas de su trayectoria.
El descenso fue el resultado de una temporada desastrosa en 1988, marcada por malos resultados en la cancha y una gestión cuestionada en lo administrativo. A pesar de los esfuerzos en los últimos partidos para evitar la catástrofe, la U no logró sumar los puntos necesarios, sellando su destino a inicios del año siguiente, tras la disputa de los encuentros de definición.
La noticia fue un golpe devastador para la fiel hinchada azul, que nunca había imaginado ver a su equipo fuera de la máxima categoría. En aquellos días, el desconcierto y la tristeza se apoderaron de los seguidores, quienes, sin embargo, no abandonaron al club. Las tribunas seguían llenándose en cada partido, incluso en la B, mostrando un apoyo incondicional que se convertiría en un símbolo de resiliencia.
El paso de la Universidad de Chile por la segunda división, aunque doloroso, fue breve. En 1989, el equipo logró el ascenso tras una ardua campaña, devolviendo la esperanza a sus hinchas. Este regreso marcó el inicio de una nueva etapa, donde la institución trabajó por recuperar su grandeza y evitar repetir un episodio similar.
Hoy, el descenso de 1989 es recordado como una lección de humildad y superación. A pesar del golpe, la Universidad de Chile resurgió con fuerza, reafirmando su lugar como uno de los equipos más grandes e históricos del fútbol chileno. La fidelidad de su hinchada y su capacidad para levantarse tras la adversidad son, sin duda, aspectos que definen su identidad.